Muchos ya tenemos una idea clara sobre si los seres humanos necesitan productos lácteos en su dieta y algunos pensaran que la respuesta es obviamente sí y otros que evidentemente no. Pero la nutrición se basa en la ciencia y no en las opiniones, así que vamos a ver que dice la última investigación sobre el asunto.
La leche es un alimento interesante. El azúcar que contiene se llama lactosa y requiere lactasa (una enzima) para que pueda pasar de las paredes del intestino hacia el torrente sanguíneo. Cuando somos bebés, todos producimos cantidades enormes de la enzima lactasa lo que nos permite absorber la leche de nuestra madre. En las poblaciones donde el consumo de leche ha sido históricamente bajo, como en Japón o en China, la mayoría de los niños dejan de producir lactasa poco después del destete. Lo que se traduce en poblaciones casi enteras que no son capaces de absorber la lactosa de la leche, y es lo que conocemos como ‘intolerancia a la lactosa’.
En las poblaciones en las que el consumo de leche siempre ha sido alto, como ocurre en Europa, la mayoría de los adultos continúan produciendo lactasa durante toda su vida y pueden digerir la leche fácilmente. Sólo alrededor del 5% de la población es intolerante a la lactosa.
La leche es un alimento con un alto valor nutricional
La capacidad de seguir produciendo lactasa en la edad adulta es actualmente una variante genética que se hereda y se ha vuelto tan común porque ser capaz de tolerar la leche tiene una ventaja selectiva. La leche es una fuente útil de proteínas, energía, calcio, fosfato, vitaminas del grupo B y yodo. Lo que significa que aquellos que presentan la mutación genética son generalmente más sanos y producen más hijos que los que no pueden tolerar la leche, por lo que la presencia de la mutación aumenta.
Los síntomas de la intolerancia a la lactosa incluyen ventosidades, distensión abdominal y diarrea por lo que si no experimentas cualquiera de estos síntomas después de beber leche o comer helado entonces quiere decir que toleras bien la lactosa.
La fermentación
Existen muchas evidencias de que la leche ha sido parte de la dieta humana en el norte de Europa durante más de 8.000 años, que es cuando la gente que habitaba esas regiones pasó de ser nómada a tener una forma más estructurada de la vida . Debido a que hace 8.000 años la mayoría de la gente no toleraba bien la leche, pronto se dieron cuenta de que si la leche se fermentaba y se convertía en queso o en yogur se toleraba mucho mejor. Esto se debe a que en estos procesos las bacterias de utilizan la mayor parte de los hidratos de carbono (la lactosa) presentes en la leche. De esta forma las personas que no producen lactasa pueden beneficiarse de los nutrientes que tiene la leche. Hoy en día, las personas con intolerancia a la lactosa pueden beber kéfir, una bebida de leche fermentada, que algunos sugieren que también tiene beneficios probióticos para el intestino, así como muchos otros beneficios para la salud.
Así, los productos lácteos han sido fundamentales para la nutrición e importantes para la supervivencia de muchas poblaciones en el mundo. La mayoría de los europeos y norteamericanos están bien adaptados para digerirlos. Así que si le han dicho que los seres humanos no están adaptados para tener productos lácteos en su dieta, eso no es correcto. Del mismo modo, no es cierto que los productos lácteos promuevan la inflamación o la acidez.
El calcio
Muchos nutricionistas y científicos nutricionales a menudo asumen que el hecho de que la leche sea rica en calcio, significa que es buena para mantener los niveles de calcio en los huesos. Sin embargo, un par de estudios recientes ponen en entredicho tales afirmaciones. Una revisión sistemática de las evidencias recogidas hasta el momento concluyó que actualmente no importa demasiado la cantidad de calcio ingerida a través de la dieta, el riesgo de fractura de huesos sigue siendo el mismo.
Dicho esto, también se ha visto que en las culturas en las que los productos lácteos tienen poca presencia en la dieta tradicional, como es el caso de China y Japón, la incidencia de fractura de cadera, considerado como un resultado común de una mala densidad mineral ósea, es un 150% mayor que en las poblaciones europeas.
Una cosa que hay que recordar acerca de estos estudios es que están investigando acerca de la ingesta de calcio en la edad adulta. Sin embargo, sabemos que la fortaleza de los huesos se determina en realidad por la dieta que recibimos de niños y adolescentes. Cuando nos fijamos en los estudios de los niños que tienen alergia a la leche de vaca, por ejemplo, vemos que la fuerza de sus huesos está significativamente comprometida por la falta de leche en su dieta y que la desensibilización a través del tratamiento con productos lácteos también fortalece sus huesos.
Curiosamente, los niños con este tipo de alergia a los que se les da otras fuentes de calcio que no sea leche siguen teniendo comprometida la fuerza de sus huesos. Esto sugiere que las alternativas a los productos lácteos que contienen calcio todavía no son lo suficientemente buenos como para promover una correcta densidad ósea en los niños.
El consumo de leche es muy importante para el desarrollo de los huesos
Mientras que el consumo de leche es muy importante para el desarrollo saludable de los huesos de los niños, el consumo de leche en edades adultas no parece disminuir el riesgo de fracturas. Pero la leche y los productos lácteos contienen un montón de otros nutrientes a parte del calcio.
Los estudios han encontrado que si los productos lácteos se sustituyen en la dieta por alimentos que contienen la misma cantidad de calcio tales como las verduras de hoja verde o la leche de soja enriquecida con calcio, la dieta contiene menos proteínas, potasio, magnesio, fósforo, riboflavina, vitaminas A y B12. La leche y los productos lácteos son también una gran fuente de todos los aminoácidos esenciales, que son unas pequeñas moléculas de proteína que construyen los músculos y reparan los daños en los tejidos. Obviamente las proteínas y los micronutrientes podrían encontrarse en otras fuentes, pero, obviamente, no sin una planificación cuidadosa.
Cuando se trata de salud, la conclusión es que probablemente no necesitemos lácteos en nuestra dieta, como adultos, pero la leche y los productos lácteos son de gran valor nutricional por lo que proporcionan una gran cantidad de nutrientes esenciales que son difíciles de encontrar en otros alimentos. En aquellos lugares donde el consumo de leche es la norma cultural nos hemos adaptado a tolerarla muy bien y puede ser muy nutritiva.
El artículo «¿Necesitan los seres humanos productos lácteos en su dieta?» ha sido traducido por Ciencia Today. La autora original es Sophie Medlin, Profesora de Nutrición y Dietética del Kings College de Londres. Este artículo ha sido publicado originalmente en «The Conversation«, puedes leer el artículo original en ingles aquí.