La falta de sueño no sólo afecta a nuestro rendimiento general, si no que puede afectar a algunas funciones fisiológicas, tales como cambios en las hormonas, factores metabólicos y de inmunidad. Desde un punto de vista comercial, la falta de sueño puede traducirse en la pérdida de beneficios debido a la disminución de la productividad de los trabajadores.
Esto ha llevado a las empresas como Google, Nike y Ben & Jerry a alentar o permitir las siestas en el trabajo, proporcionándolas entre los empleados con instalaciones para echarse la siesta como las vainas de siesta o las tranquilas habitaciones en las que se pueden echar una cabezadita si lo desean.
Por otra parte, estas mejoras pueden durar unas pocas horas después de que la siesta haya terminado. Las siestas pueden ofrecer también mejoras más duraderas en el rendimiento cognitivo y la reducción de la somnolencia que otras medidas de uso común para luchar contra la somnolencia como por ejemplo la cafeína.
Pero como en todo, también hay desventajas. Aunque las siestas están asociadas con mejoras en el rendimiento y en reducción de la somnolencia, estos beneficios pueden no ser inmediatos. Las siestas pueden estar asociadas con un período de inercia del sueño, que es la sensación de somnolencia que la mayoría de las personas experimentan inmediatamente después de despertarse.
Puede ser que despiertes de la siesta con sensación de aturdimiento y que te dure un máximo de 60 minutos. Fuente: Unsplash
La inercia del sueño también se caracteriza por una disminución en el rendimiento que puede variar entre que se reduzca el tiempo de reacción y que se vea disminuida la coordinación.
Si bien los efectos de la inercia del sueño generalmente desaparecen entre los 15-60 minutos después de despertarse de una siesta, este período de retraso en la respuesta y la somnolencia pueden plantear riesgos graves para aquellas personas que requieren ponerse en marcha a niveles óptimos justo después de despertarse, tales como los trabajadores de los sectores de transporte, aviación y medicina.
Después de una siesta, antes de que la somnolencia se reduzca y el rendimiento haya mejorado, se puede producir un período de inercia del sueño.
Existen algunas investigaciones que demuestran como las siestas pueden afectar a la capacidad para conciliar el sueño por la noche. Después de una tarde de siesta, la duración del sueño nocturno puede ser acortado e interrumpido, según sugieren algunos estudios. Sin embargo, existe cierto debate acerca de esto. La mayoría de las investigaciones sugieren que las siestas tienen un impacto mínimo en el sueño nocturno.
Todo es cuestión de tiempo
El grado en que las siestas ayudan o dificultan, depende en gran medida del tiempo y la duración de la siesta. Las siestas más largas (dos horas o más) se asocian con mejoras más duraderas en el rendimiento y en la reducción de la somnolencia que las siestas cortas (30 minutos o menos) o las mini siestas (diez minutos o menos). Sin embargo, las siestas más largas también son más susceptibles conducirnos hacia la inercia del sueño, con un empeoramiento en el rendimiento inmediatamente después de la siesta. Por otra parte, los beneficios de las mini siestas se producen casi de inmediato y no tienen el efecto secundario negativo de la inercia del sueño.
Las mejores siestas: las de 30 minutos. Fuente: Unsplash
Las siestas más largas también pueden tener un mayor impacto en los períodos de sueño posteriores que las siestas cortas, ya que pueden disminuir la “presión del sueño”, que puede hacer que te sea más difícil caer y permanecer dormido.
La hora del día a la que hagamos la siesta también puede afectar a los beneficios de la siesta. Las siestas que tienen lugar por la mañana temprano, cuando en teoría nuestro cuerpo debería estar en sus horas más activas, pueden empeorar los efectos de la inercia del sueño y pueden no ofrecer la mayor cantidad de recuperación en comparación con las siestas realizadas por la tarde.
Uno o dos episodios de sueño?
Más recientemente se ha sugerido que tal vez los seres humanos no estaban destinados a tener un único periodo de sueño, si no hacerlo de forma bi-modal, dos periodos de sueño más cortos en lugar de uno largo al día. Aunque todavía hay cierto debate sobre si esto es verdad o no, parece que el número de episodios de sueño no marca mucha diferencia para mejorar el rendimiento.
Por el contrario, la cantidad total de sueño al día es lo que es probablemente tenga el mayor impacto en el rendimiento. Es posible que dividir el sueño de esta manera pueda afectar a las diferentes etapas del sueño, tales como el movimiento ocular no rápido y el sueño REM, lo que podría tener consecuencias a largo plazo sobre la salud general y el bienestar, sin embargo, estos efectos deben investigarse más profundamente.
Si bien existen algunas desventajas de echarse la siesta, como la inercia del sueño, en su mayor parte, los beneficios de la mejora del rendimiento y la reducción de la somnolencia superan a los negativos. Por lo tanto, las siestas cortas, de menos de 30 minutos, pueden ser nuestra mejor baza. Pueden mejorar el rendimiento de forma rápida y con efectos secundarios mínimos.
El artículo «¿Es bueno echarse la siesta? Te lo contamos» ha sido traducido por Ciencia Today. La autora original del artículo es Gemma Paech, investigadora postdoctoral en la Universidad Estatal de Washington. Este artículo ha sido publicado originalmente en «The Conversation«. Puedes leer el artículo original en inglés aquí.
¿Es bueno echarse la siesta? Te lo contamos