La pérdida de un ser querido altera el latido de nuestro corazón
Según informa un nuevo estudio, tras la muerte de un ser querido, el estrés que sufrimos es tan grave que tenemos un mayor riesgo de sufrir alguna enfermedad cardiovascular aguda. La alteración es tal, que tenemos latidos irregulares que pueden durar hasta un año. Además, los riesgos son mayores en personas jóvenes tras una pérdida inesperada.
Los resultados han sido publicados en la revista científica «Open Heart». Ya se sabía que existe cierta relación entre una vida estresante y un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, como el infarto de miocardio. Lo que no se sabía era si también se podría relacionar con la fibrilación auricular, que es un tipo de arritmia, lo que quiere decir que hay una alteración en el ritmo del latido cardíaco.
Durante una arritmia, el corazón puede latir demasiado rápido (taquicardia) o incluso demasiado lento (bradicardia), pero también puede hacerlo de forma irregular o descontrolada. Y todos estos tipos de arritmias son factores de riesgo para sufrir un accidente cerebrovascular y una insuficiencia cardíaca.
La pérdida de un ser querido altera el latido de nuestro corazón hasta un año después
El nuevo estudio ha sido llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Aarhus y los resultados demuestran que el riesgo de sufrir una arritmia es mayor tras los 8 a 14 días después de la pérdida de un ser querido. Además, el riesgo es mayor cuando la pérdida es inesperada o cuando el fallecido contaba con una buena salud. Después de un año, los pacientes tienen el mismo riesgo que la población que no ha sufrido ninguna pérdida.
Electrocardiograma. Fuente: Juhan Sonin/Flickr
«Perder a un ser querido es un acontecimiento devastador para la vida de cualquier persona, pero el efecto puede ser aún peor cuando la muerte es repentina o prematura. Nuestra investigación ha demostrado que el estrés emocional puede tener un efecto adverso sobre el corazón, pero además, el estudio también pone de manifiesto que existe un efecto físico significativo, un mayor riesgo de padecer una fibrilación auricular cuando la pérdida es reciente«, dijo Maureen Talbot de la Fundación Británica del Corazón.
Lo más común es que los pacientes que padecen una fibrilación auricular tengan una enfermedad cardiovascular subyacente o una diabetes, pero ahora también sabemos que aquellos pacientes que han sufrido una pérdida repentina tienen un 41% más de riesgo de desarrollar una arritmia por primera vez.
