Hombre durmiendo profundamente. Fuente: Flickr
Autor original: Vladyslav Vyazovskiy, Universidad de Oxford. En días fríos y oscuros es tentador imaginarse encerrado lejos de la realidad hasta que vuelva el buen clima y los días cálidos. Muchos animales hacen precisamente eso cuando entran en un estado conocido como letargo, reducen sus funciones corporales al mínimo y utilizan las reservas de grasa que tienen en su cuerpo para obtener energía. ¿Podrían los humanos hibernar de la misma manera?
Además de proporcionar una buena forma de evitar el invierno, una de las razones por las que se estudia si los humanos pueden o no hibernar es para los viajes espaciales de larga distancia. Un viaje desde la Tierra al planeta más cercano, Marte, tardaría unos ochos meses en completarse con la tecnología actual. Si en un futuro quisiésemos visitar algún otro sistema solar, incluso si pudiéramos viajar a la velocidad de la luz, estaríamos hablando de un viaje de años. Ser capaz de entrar en un estado de hibernación a largo plazo podría ser una solución para los astronautas encargados de realizar dichos viajes, ¿no os parece?
Los neurólogos expertos que forman parte del equipo de la Agencia Espacial Europea es lo que están tratando de averiguar, y aunque por el momento se trata de una cuestión abierta, al menos en la teoría, no puede excluirse la posibilidad de que las personas humanas también puedan ser capaces de entrar en un estado de letargo.
Temperatura corporal y metabolismo
La hibernación parece que rellena los huecos del año en los que no existe la necesidad de estar rondando por el mundo. Técnicamente, es un estado regulado de metabolismo reducido. Este proceso puede ser muy variado en el caso de los animales, según su especie, sus necesidades fisiológicas y las condiciones ambientales a las que están sometidos.
El proceso de hibernación puede durar de unas pocas horas al día durante un períodos de pocos meses hasta una gran cantidad de meses al año. Algunos animales como los ratones y colibríes son capaces de entrar en un estado de letargo cada día, si necesitan ahorrar energía. Otros como los erizos y los osos, entran en períodos prolongados de letargo, por lo general durante el invierno (de ahí que comúnmente conozcamos este proceso como hibernación). Aquellas especies que entran en letargo todos los años, incluso cuando las condiciones externas son estables, se llaman hibernadores obligatorios.
Conoce los Efectos Secundarios Del Insomnio o la Falta de Sueño
El hecho de que los grandes mamíferos, como los osos e incluso los primates, puedan hibernar durante un largo periodo de tiempo, da esperanzas de creer en que los seres humanos no son demasiado grandes o necesiten tanta como para no conseguirlo. Tampoco nuestro origen evolutivo nos impide hacerlo, sobretodo tras comprobar que otros animales mamíferos ya lo hacen.
Oso antes de hibernar. Fuente: Pixabay
La hipotermia controlada es una práctica ampliamente utilizada en algunos casos clínicos, tales como durante la cirugía cardíaca o como parte del proceso de curación de los tejidos dañados cuando se reduce el flujo sanguíneo, por ejemplo después de un accidente cerebrovascular. Este proceso de enfriamiento artificial en los seres humanos es muy similar al adormecimiento de los animales, en los que se incluye la respiración reducida, baja frecuencia cardíaca y disminución del metabolismo. Sin embargo, la diferencia más importante es que los animales parecen «saber» cómo entrar en letargo de manera segura y de forma espontánea, algo que los humanos todavía no hemos conseguido.
La reducción de la temperatura corporal de un ser humano mediante el bloqueo de su termorregulación natural requiere el uso de medicamentos agresivos. Además, todavía no sabemos con exactitud cómo consiguen los animales llegar al letargo y cómo lo mantienen por si solos, a pesar de los numerosos estudios realizados en los últimos años.
Protegiendo el cerebro
A pesar de lo que muchos crean, el proceso de letargo crea un estado de falta de sueño y los animales que lo realizan, normalmente cuando despiertan de un periodo de hibernación, suelen entrar en un sueño profundo.
Esto ha llevado a algunos científicos a sugerir que, si bien se tiende a pensar en hibernación como si fuera un largo sueño, el letargo en realidad crea un estado de falta de sueño y los animales necesitan regularmente compensarlo. Esto se ve cuando se observan las ondas cerebrales de los animales que están en estado de hibernación, pues son similares cuando salen del letargo a cuando han sido privados de sueño.
Niña en sueño profundo. Fuente: Pixabay
Esto podría ser debido a que el metabolismo y la temperatura corporal baja durante el proceso de hibernación, algo que podría estar asociado con la actividad en las regiones del cerebro, que normalmente se asocian con la regulación del sueño. El cerebro es muy sensible a la falta de oxígeno, por lo que también podría esta relacionado con la recuperación del mismo tras la hibernación mediante el sueño.
Otra causa que podría afectar directamente a la salud de nuestro cerebro durante el proceso de letargo sería la reducción y la reorganización de las conexiones sinápticas, que son la base de nuestra memoria. Es por eso que si se quiere inducir a un humano al estado de letargo, se debería de investigar primero más a fondo cómo se conservan los recuerdos durante un largo periodo de hibernación, algo que todavía no está del todo claro aseguran los expertos.
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A pesar de que todavía no haya nada seguro sobre si los humanos pueden hibernar o no de forma segura, los investigadores están trabajando en ello para que dentro de muy poco esto sea una realidad. Los recientes avances tecnológicos y las nuevas herramientas farmacológicas y genéticas ya han mostrado un gran potencial para inducir el sueño e incluso manipularlo. Sin embargo, para comprender completamente cómo puede hibernar una persona humana, probablemente se necesite estudiar en profundidad los circuitos cerebrales del hombre e identificar las vías moleculares clave que regulan nuestras funciones del sueño.
El artículo ‘¿Podríamos los Humanos hibernar?’ ha sido traducido por Ciencia Today, el autor original es Richard Betts, Universidad de Exeter. Este artículo ha sido publicado originalmente en “The Conversation“. Aquí puedes leer el artículo original en inglés.