Científicos españoles crean por primera vez un fotofármaco con aplicaciones para el tratamiento del dolor. Los fotofármacos se basan en la utilización de la luz para controlar la actividad de ciertos medicamentos.
Se puede controlar la acción farmacológica debido a que estos medicamentos son fotosensibles, así que con la luz se determina tanto el momento como el lugar en el que debe ejercer su acción.
Algunas de las limitaciones de la farmacología son la inespecificidad en el lugar de actuación de un fármaco, la falta de distribución homogénea, así como los inconvenientes a la hora de dosificar por posibles toxicidades. Estas limitaciones hacen que se reduzca la acción terapéutica de muchos medicamentos.
El fotofármaco actúa como analgésico en modelos animales
Con la intención de eliminar esas limitaciones nació la optofarmacología. Una rama emergente de la farmacología que pretende utilizar la luz para controlar mejor la acción de los fármacos.
En la creación de este nuevo fotofármaco han participado investigadores del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Barcelona, investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge, del Grupo de Química Médica y Síntesis del Instituto de Química Avanzada de Cataluña y de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Barcelona.
El nuevo fármaco con aplicaciones potenciales para tratar el dolor es el JF-NP-26. El estudio ha sido publicado en la revista «eLife» y los resultados muestran como esta molécula puede activarse con la luz demostrando grandes resultados en modelos animales.
El profesor e investigador principal de este estudio, Francisco Ciruela, ha dicho en un comunicado: «En el ámbito clínico, no existe ningún precedente del uso de la optofarmacología para mejorar el tratamiento del dolor ni de ninguna patología relacionada con el sistema nervioso»
Este medicamento tiene la característica de que es inocuo hasta que no es irradiado con luz. Es decir, el fotofármaco JF-NP-26 no tiene ningún efecto farmacológico sobre el individuo cuando es administrado sin luz. Se necesita una luz con una longitud de onda de 405 nm para que el fármaco se active.
En busca de nuevos fármacos sin efectos tóxicos gracias a la optofarmacología
Además, la ventaja es que podemos incidir con la luz en el tejido en el que se desea que el fármaco ejerza su efecto. Cuando el haz de luz incide sobre la molécula, produce un cambio en su estructura y el fármaco se activa.
En el caso del fármaco JF-NP-26, el fármaco que se libera bloquea los receptores metabotrópicos del glutamato tipo 5. Estos receptores están implicados en la transmisión neuronal del dolor desde la periferia del cuerpo hasta el cerebro. Por lo que cuando se bloquean inhiben la transmisión del dolor, generando ese efecto analgésico.
La optofarmacología abre un nuevo camino en la administración y el control de la acción de los fármacos. Esta rama de la farmacología podría ayudar en la reducción de los efectos indeseados de muchos medicamentos. Además, aunque el primer fotofármaco haya sido para tratar el dolor, ya tienen varias líneas de investigación abiertas para el tratamiento de la psoriaris o el parkinson.