Alrededor de un tercio de las personas con depresión tienen altos los niveles de los marcadores de inflamación en la sangre. Una nueva investigación indica que la inflamación persistente afecta en aquellas zonas del cerebro conectadas con los síntomas de la depresión, como la anhedonia, que es la inhabilidad para experimentar placer.
Los resultados fueron publicados el pasado 10 de noviembre en la revista «Molecular Psychiatry» y refuerzan la idea de que la depresión relacionada con la inflamación persistente es distinta y sirve de guía para los planes de los investigadores para probar tratamientos adaptados a ello.
Algunos pacientes siguen siendo víctimas de la anhedonia, aunque tomen antidepresivos
La anhedonia es uno de los síntomas principales de la depresión, una enfermedad que es particularmente difícil de tratar, según afirma la autora principal del estudio, Jennifer Felger, profesora de psiquiatría y ciencias conductuales de la Escuela Universitaria de Medicina de Emory. «Algunos pacientes que toman antidepresivos siguen siendo víctimas de la anhedonia«, dice Felger. «Nuestros datos sugieren que mediante el bloqueo de la inflamación o de sus efectos en el cerebro, podríamos ser capaces de revertir la anhedonia y ayudar a aquellas personas con depresión que no responden a los antidepresivos».
En el estudio, en el que participaron 48 pacientes con depresión, los altos niveles de marcadores de inflamación (proteína C reactiva) se vincularon, gracias a las imágenes del cerebro, con una «falta de comunicación» entre las regiones del cerebro relacionadas con la motivación y la recompensa. Los neurocientíficos pueden deducir la manera en la que dos regiones del cerebro se comunican entre sí, interpretando las imágenes de resonancia magnética y estudiando si dichas zonas se iluminan a la vez o con los mismos patrones, incluso cuando no estamos haciendo nada en particular, ellos lo denominan «conectividad funcional».
En aquellos pacientes que presentaban unos valores elevados de marcadores de inflamación, es decir, que tenían la proteína C reactiva elevada, Felger y su equipo observaron una falta de conectividad entre la corteza prefrontal ventromedial y el núcleo estriado ventral. Por el contrario, los pacientes con bajas cantidades de proteína C reactiva tenían una conectividad robusta.
Estas áreas cerebrales se ven afectadas por la inflamación
«Estábamos interesados en estas regiones del cerebro debido a su conocida importancia para la respuesta a la recompensa» dice ella. «Además, habíamos visto reducida la activación de estas áreas en las personas que reciben tratamientos inmuno-estimulantes para luchar contra el Virus de la Hepatitis C o el cáncer, lo que sugiere que pueden ser sensibles a la inflamación«.
Durante la fase de la investigación en la que se tomaron las imágenes cerebrales los participantes no tomaron antidepresivos, antiinflamatorios y otros medicamentos durante al menos cuatro semanas. La proteína C reactiva se midió en varias visitas repetidas para asegurar que los niveles se mantenían estables. Los niveles altos de proteína C reactiva también se correlacionaron con los informes de la anhedonia de los pacientes: la incapacidad para obtener placer o disfrutar de las actividades cotidianas, como la comida o pasar tiempo con la familia y con los amigos.
Áreas cerebrales. Fuente: Flickr
Un estudio previo realizado sobre personas con depresión difícil de tratar había encontrado que aquellos pacientes que tenían una inflamación persistente, también medida mediante los niveles de proteína C reactiva, mejoraron tras recibir un tratamiento con infliximab, un anticuerpo con un elevado potencial antiinflamatorio.
Por ello, el siguiente paso para Felger es probar si la L-DOPA, un precursor de la dopamina que se utiliza como medicamento para aumentar la producción de ésta en el cerebro, podría aumentar la conectividad entre las regiones cerebrales relacionadas con la recompensa en aquellos pacientes con depresión relacionada con inflamación persistente. Felger ya ha demostrado en estudios anteriores que la inflamación conduce a la reducción de la liberación de dopamina.
«Esperamos que nuestras investigaciones puedan conducir las nuevas terapias para el tratamiento de la anhedonia en la depresión relacionada con la inflamación persistente«, dice Felger.
