Es increíble ver las diferencias que existen entre personas en cuanto a la forma en la que sentimos el frío. En un mismo ambiente puede haber una persona sudando y otra tiritando. ¿A qué se deben estas diferencias? ¿Por qué algunas personas tienen más frío que otras en un mismo entorno?
La percepción del frío comienza cuando los nervios de la piel envían impulsos eléctricos al cerebro para informar sobre la temperatura de la piel y sobre la velocidad con la que ha cambiado la temperatura de la piel. La ráfaga de impulsos nerviosos que se genera debido a la caída de la temperatura de la piel es una alerta temprana que informa a nuestro cerebro de que es muy posible que la temperatura corporal central (la temperatura de nuestros órganos internos) descienda drásticamente.
El cerebro debe controlar esa temperatura central porque si se descontrola y baja mucho, podemos entrar en un estado de hipotermia que puede ser letal. En las personas sanas, eso no ocurre porque tienen los mecanismos suficientes para evitarlo. Los impulsos nerviosos que se generan como consecuencia de la caída de la temperatura de la piel llegan al hipotálamo. Es un área del cerebro que controla el ambiente interno del cuerpo y éste pone en marcha todo un sistema para controlar la temperatura corporal central.
¿Por qué hay tanta variación en nuestra reacción al frío?
Impulsos nerviosos son enviados a los músculos para generar calor metabólico a través de los escalofríos. Los vasos sanguíneos se contraen para evitar que se pierda calor por aquellas zonas que están más frías y concentrándolo en los órganos internos. Los impulsos también llegan a la corteza cerebral, la parte del cerebro en la que se produce el razonamiento y en la que se genera la información acerca de que estamos teniendo frío.
Estas sensaciones se combinan con los impulsos que llegan desde el sistema límbico, el responsable de nuestro estado emocional para determinar cómo nos sentimos respecto al frío que estamos sintiendo. Todo en su conjunto nos lleva a realizar acciones que nos protejan contra ese frío. Nos tapamos, nos ponemos más ropa, nos acurrucamos y cómo no, nos quejamos.
Sin embargo, hay un concepto que debería quedarnos claro, no es lo mismo la sensación de frío que estar frío. Cuando te sumerges en la piscina, es muy probable que sientas frío al entrar en contacto con el agua fría, pero lo más seguro es que tu temperatura corporal esté elevándose. Seguramente también habrás sentido frío cuando comienzas a tener fiebre, pero en realidad tu temperatura corporal central está subiendo. Eso ocurre porque cuando tenemos fiebre, los circuitos nerviosos que controlan la temperatura corporal se restablecen en un nivel más alto, así que nuestro cuerpo responde como si hiciera frío hasta que la temperatura se estabiliza en ese nivel más alto.
Algunas personas pueden sentir más frío que otras en un mismo entorno
Además, en este aspecto entra en juego otra variable y es que muchos tenemos la mala suerte de padecer lo que se conoce como fenómeno de Raynaud, es un trastorno en el que el flujo de la sangre es demasiado lento como para mantener los dedos de los pies y de las manos calientes. A menudo, las mujeres sienten más frío que los hombres en un mismo entorno y esto probablemente se debe a que tienen una temperatura superficial inferior, como consecuencia de una mayor grasa subcutánea y de los estrógenos.
También es muy probable que algunos de nosotros hayamos heredado esa capacidad de sentirnos excesivamente fríos. Un estudio realizado en hermanos gemelos encontró que la sensación de tener las manos y los pies fríos es altamente heredable, lo que implica que existe una base genética importante que determina una percepción de la temperatura exagerada.
¿Sabías que el agua caliente se congela más rápido que el agua fría?
Luego también influyen otros factores como el conocido fenómeno ‘contagio de frío’. Se ha demostrado que las personas somos capaces de sentir frío simplemente viendo a una persona que tiene frío. Lo más probable es que esta sensación de frío exagerado que sienten algunas personas no sea nada más que una falta de habituación al frío. Nosotros mismos nos hemos habituado a sentirnos confortablemente calientes.
En el mundo desarrollado en el que vivimos, rara vez nos exponemos al frío. Nos protegemos constantemente con ropa y tenemos sistemas de calefacción que calientan el aire de nuestras viviendas y espacios de trabajo, por lo que nuestro metabolismo no está acostumbrado a combatir el frío como solía hacerlo antes.