Las erupciones volcánicas, a pesar de que han sido estudiadas desde hace miles de años, siguen siendo un fenómeno poco conocido. Muchos vulcanólogos han intentado categorizar las distintas erupciones pero la observación de los procesos físicos subyacentes es imposible, y sólo pueden extraerse conclusiones una vez que han sucedido.
Uno de los objetivos principales de la vulcanología es poder determinar exactamente qué es lo que produce una erupción, con el fin de poder predecir cuándo sucederá la próxima. Por lo general, se cree que las erupciones se producen cuando existe una gran diferencia de presión entre el magma que se encuentra en el interior del volcán y el mundo exterior. Cuando la roca que encierra el magma no puede contener más presión, se fractura y permite que el magma salga violentamente hacia el exterior.
Los autores creen que es la temperatura y no la presión lo que controla el mecanismo de vesiculación
La presión que existe en el interior de los volcanes se controla por el contenido de gas del magma. Cuando éste sube desde las profundidades de la Tierra para liberar presiones, se forman burbujas de magma en un proceso que se denomina vesiculación, lo que hace que aumente la presión en el interior del volcán. Cuanto más viscoso y más burbujas de gas tiene el magma mayor será la diferencia de presiones y por lo tanto, mayor será la explosión posterior.
La novedad está en que un equipo de vulcanólogos de la Universidad de Liverpool ha publicado recientemente un estudio en la revista «Nature» y ha generado cierta polémica sobre el tema. En contra de lo que se creía hasta ahora, los investigadores sugieren que es la temperatura y no la presión, lo que controla el mecanismo de vesiculación.
Sus experimentos demuestran que no son las diferencias de presión lo que desencadena las erupciones volcánicas, si no que son debidas a un «calentamiento por fricción». Han comprobado que la temperatura de fusión de las rocas determina el posterior grado de vesiculación.
Cuando el magma y las rocas parcialmente fundidas se encuentran en movimiento a través de un conducto se calientan, y que ese aumento de temperatura se debe al arrastre del magma contra las paredes y también por las corrientes internas del propio magma. La formación de burbujas de gas es más fácil cuando el magma está más caliente o más energéticamente excitable.
Además, el aumento de la temperatura induce la fusión de los cristales sólidos dentro del magma lo que genera una enorme cantidad de compuestos químicos en la fase fundida del magma. Este proceso, denominado sobresaturación, provoca un desequilibrio químico en el magma que libera compuestos en forma de burbujas gaseosas.
Si finalmente se confirman estos nuevos hallazgos, supondrán la clave para transformar la forma en la que determinamos cuando entrarán los volcanes en erupción.