Es la segunda sustancia más abundante del universo. Puede disolver más materiales que cualquier otro disolvente. Almacena increíbles cantidades de energía. La vida tal y como la conocemos no sería posible sin ella. Y aunque cubre más del 70% de la superficie terrestre, muchas partes del mundo se encuentran en una situación de riesgo por falta de la misma. ¿Ya sabes de qué estamos hablando?
La respuesta, por supuesto, es el agua. En cierto modo, el agua es una de las sustancias que mejor conocemos, ya que representa el 75% de nuestro cuerpo. Cada día la bebemos, nos bañamos en ella, lavamos con ella e incluso tiramos de la cadena gracias a ella. Sin embargo, hoy en día, los científicos siguen tratando de entender muchas de las notables propiedades del agua.
¿Por qué es tan importante el agua?
Para la mayor parte de la historia humana, el agua se ha considerado uno de los cuatro elementos, junto con el aire, la tierra y el fuego. Pero no fue hasta el siglo XVIII, cuando el químico Antoine Lavoiser hizo pasar una corriente eléctrica a través del agua y se dio cuenta de que se emitieron dos gases: hidrógeno y oxígeno.
La fórmula del agua es H2O, dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Una de las propiedades más notables del agua son los puentes de hidrógeno que se forman continuamente entre el oxígeno, cargado negativamente, y el hidrógeno, cargado positivamente. Gracias a estos puentes de hidrógeno, las moléculas de agua se atraen entre sí de forma mucho más fuerte que las de cualquier otra sustancia.
Estos puentes le proporcionan al agua un alto calor específico, lo que significa que se necesita una gran cantidad de energía para calentarla. También tiene un punto de ebullición notablemente alto en comparación con otras moléculas químicas similares, como por ejemplo el sulfuro de hidrógeno. Estas propiedades permiten a los seres humanos y a los animales sudar para disipar grandes cantidades de calor durante el ejercicio.
Otra consecuencia de los puentes de hidrógeno es la capilaridad que se produce cuando, por ejemplo, un líquido se queda entre los cabellos de un pincel. Las moléculas de agua se atraen entre sí con tanta fuerza que desafían la fuerza de la gravedad. Cuando el agua se evapora de las hojas más altas de un árbol, el agua vuelve a subir desde las raíces, y este fenómeno también se produce gracias a la capilaridad.
Es el disolvente universal por excelencia
Otra de las consecuencias es la alta tensión superficial del agua. Esto significa que la superficie del agua es más difícil de atravesar de lo que nos pensamos, y justifica la tendencia que tiene el agua de formar gotas, lo que permite a algunos insectos caminar sobre el agua.
El hecho de que el agua tenga tanto cargas positivas como negativas hace que sea el disolvente universal por excelencia. Es capaz de disolver sales, azúcares, ácidos, álcalis e incluso gases como el dióxido de carbono, lo que permite fabricar bebidas gaseosas.
Cambios de estado: sólido, líquido y gaseoso
Es por muchos conocido que el agua, cuando se congela, aumenta su tamaño. Prácticamente todas las sustancias al congelarse disminuyen su tamaño por lo que se vuelven más densas, pero el agua lo hace al contrario, aumenta su tamaño y de esta forma disminuye su densidad, lo que permite que los cubitos de hielo floten en nuestras bebidas. Pero permite otra cosa mucho más importante: cuando el mar o un lago se congela, lo hace por la superficie y no por el fondo, lo que permite que continúe la vida por debajo de las capas de hielo.
Ciclo dinámico y continuo
El agua es muy dinámica, se encuentra en continuo movimiento por la Tierra, se evapora, se condensa, precipita y vuelve de nuevo a mares y lagos. Esto ocurre también en los organismos vivos que constantemente estamos combinando los componentes del agua durante la respiración.
Tal y como informan desde «The Conversation«, aunque las sequías están generando una atención considerable hoy en día, es probable que el agua se convierta en un tema mucho más recurrente en el transcurso de este siglo. Y es que el siglo XXI nos obligará a pensar en el agua como nunca lo habíamos hecho antes. Por un lado, el 97% del agua se encuentra en los océanos y el otro 3% restante es agua dulce, y un 70% de esta agua dulce se encuentra en los glaciares y en las capas de hielo de la Antártida.
El resultado es que aunque la Tierra tenga suficiente agua para constituir una esfera de 1380 kilómetros de diámetro, únicamente un pequeño porcentaje de ese agua es de fácil acceso para los seres humanos, por lo que algunos científicos prevén que en algún momento de este siglo el agua dulce se convertirá en una mercancía más valiosa que el petróleo.