Usar desodorante es una costumbre muy arraigada en nuestra sociedad, aunque quizás aquellos que más lo usan son los que menos lo necesitan… Para muchos, ponerse desodorante es un hábito necesario como cepillarse los dientes o lavarse las manos. Sin embargo, las axilas de algunas personas, por su genética, no producen mal olor. A pesar de ello, muchos siguen usando desodorante de forma innecesaria.
Hace ya algunos años, durante un estudio, científicos descubrieron que un gen llamado ABCC11 determina si las personas producen cerumen seco o húmedo. Curiosamente, aquellas personas que se benefician de la versión ‘seca’ del cerumen, también carecen de una sustancia química en sus axilas. Esta sustancia en concreto es la que las bacterias causantes del mal olor en las axilas utilizan para alimentarse.
Mientras que sólo el 2% de la población europea carece del gen que produce el mal olor en las axilas, en el sudeste asiático casi toda la población carece de este gen. Aún se desconoce por qué la presencia de este gen varía tanto entre las diferentes poblaciones. No obstante, su ausencia en Asia Oriental podría sugerir que evolutivamente se ha ido seleccionando en contra del mal olor en las axilas en estas regiones.
¿Es el uso de desodorantes una rutina innecesaria?
A pesar de que algunas personas no producen mal olor en sus axilas, casi tres cuartas partes de esas personas siguen usando desodorantes o productos antitranspirantes todos los días. Al menos eso ha confirmado un estudio llevado a cabo en Gran Bretaña que investiga la exposición a los químicos de 6.495 mujeres y sus respectivos bebés. El 98% de las mujeres del estudio tenía el gen responsable del mal olor en las axilas.
Sin embargo del 2% que tiene la suerte de no producir mal olor en sus axilas, más de tres cuartas partes utiliza desodorante todos los días. Lo que sugiere que estas mujeres están utilizando, a diario, un producto que es muy probable que no necesiten. El investigador principal del estudio y profesor de epidemiología genética en la Universidad de Bristol, Ian Day, dijo en un comunicado: «Estas mujeres gastan su dinero y se exponen su piel a químicos innecesarios que podrían en muchos casos no ser especialmente buenos para su piel«.
Aunque no se sabe por qué algunas personas siguen usando desodorantes aunque no los necesiten. Seguramente la presión social o la conformidad juegan un papel muy importante en algunas de nuestras rutinas de higiene diarias. Esto pone de manifiesto como en general, las normas sociales dictan el uso que hacemos de ciertos productos, incluso cuando no los necesitamos.