Seguro que más de una vez has sentido vergüenza porque tus tripas montan un concierto en un lugar en el que en teoría hay que guardar silencio. Si nunca te ha pasado, realmente eres un afortunado, porque a mi me pasa a menudo, y no paro de preguntarme, ¿Por qué me rugen las tripas con tanta intensidad? ¿Tanto hambre tengo?
La palabra técnica que define a estos ‘molestos’ ruidos intestinales es ‘borborigmos’ y estos se producen cuando las paredes de nuestro intestino se mueven, ya que desplazan líquidos, alimentos y aire que se encuentra en el sistema digestivo.
Nuestros intestinos son como una especie de tubos muy muy largos que forman un circuito que recorre nuestro cuerpo, a través del cual absorbemos los nutrientes necesarios para mantenernos vivos. Como todo circuito que se precie, debe permitir que exista un flujo a través de él, y en este caso, es el alimento el que tiene que desplazarse.
Cuanto más vacío está nuestro intestino más nos suenan las tripas
Pero para que el alimento pueda recorrer todo el circuito de tubos debe existir algo que lo propulse, y aquí entra en juego el peristaltismo intestinal, o lo que es lo mismo, las contracciones de las paredes de nuestro intestino que hacen fuerza para ir empujando el alimento hacia abajo. Además de desplazar el alimento, también nos sirve para mezclarlo y batirlo.
Representación esquemática de nuestro sistema digestivo. Fuente: Pixabay
En el ser humano, la frecuencia de borborigmos intestinales está entre 4 y 12 veces por minuto, aunque varia según el tramo de intestino que estemos valorando. Pero claro… si nuestro intestino está en constante movimiento, ¿por qué no lo oímos siempre?
La cosa es que en función de lo lleno o vacío que se encuentre nuestro sistema digestivo, producirá más o menos ruido. Normalmente, cuando tenemos hambre, nuestro aparato digestivo se encuentra vacío, y este hecho desencadena un reflejo que hace que se generen ondas de contracción. La función de este reflejo es asegurarse de que todo el contenido del tubo digestivo sigue avanzando, y que no se queda nada por el camino. Es como una especie de ‘limpieza’.
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La forma más fácil de entenderlo es imaginarnos nuestro intestino como una botella de agua, cuando esta está llena, prácticamente no suena al agitarla, pero a medida que la vamos vaciando, más ruido podemos hacer con ella, porque hay más posibilidades de que el líquido golpee las paredes. Pues lo mismo pasa con nuestros intestinos. Cuando se mueven y están vacíos, el contenido rebota por las paredes produciendo ese ruido.
La forma más rápida de conseguir que nuestras tripas dejen de hacer ruido, es comiendo, obviamente. Pero si no queremos alimentar a la bestia cada vez que se pone a rugir, otra alternativa es hincharse a beber agua. Por supuesto, si has dado con la fórmula perfecta para evitar que te suenen las tripas, ¡Compártela!
