Últimamente está cogiendo importancia la idea de que el estilo de vida o los acontecimientos estresantes que sufre una persona durante su vida, no sólo podrían estar afectando al individuo en concreto, si no que también podría afectar a sus hijos. Existe una rama de la genética que se denomina epigenética, que es la que estudia el ambiente de nuestros genes, de tal forma que se puede conocer cómo afecta el ambiente sobre nuestros genes.
Según la epigenética los factores ambientales, así como los acontecimientos traumáticos pueden cambiar fisicamente la expresión de nuestros genes y esta alteración se puede transmitir a los hijos. Recientemente, un nuevo estudio publicado en la revista «Science» afirma que estos cambios, también podrían heredarlos los nietos.
No sólo se transmite la información genética
Estos resultados son importantes porque indican que la información que no esté en nuestros genes, si no en sus alrededores también puede transmitirse. La epigenética se ha centrado principalmente en averiguar cómo los acontecimientos que suceden a lo largo de una vida, como pueden ser fumar o sufrir un trauma emocional o físico podría cambiar los genes que se expresan, y además conocer qué genes se ven afectados y cómo.
La expresión de los genes está controlada químicamente por un tipo de moléculas que se denominan grupos metilo, estos grupos funcionan sobre los genes como si fueran llaves químicas que se unen a ellos y los bloquean o por el contrario se separan y los genes se expresan. Las evidencias sugieren que los acontecimientos que sufrimos en la vida pueden alterar estos grupos metilos que están unidos a nuestros genes y que este nuevo patrón puede transmitirse de padres a hijos.
La nueva investigación decidió centrarse en otro aspecto diferente: nuestros genes están almacenados en las moléculas de ADN, esta tiene un gran tamaño y para ocupar menos espacio se enrolla alrededor de una proteína muy particular que se denomina histona. Las histonas son capaces de controlar que secciones de ADN se expresan y cuales no. Ya se conocía previamente que los factores ambientales como la dieta o el tabaquismo pueden cambiar la estructura de las histonas, pero los investigadores querían averiguar si estos cambios tenían algún impacto en los hijos.
Los cambios en las histonas se transmitían hasta dos generaciones posteriores
Para estudiar esto, los investigadores crearon ratones modificados geneticamente para tener histonas alteradas. Luego los cruzaron para ver los efectos en la descendencia y vieron como estos ratones tenían mayores defectos de nacimiento y menores tasas de supervivencia en general. Además de eso, el efecto no solo afectaba a la descendencia, si no también a dos generaciones posteriores.
El estudio pone de manifiesto el papel que desempeñan los padres en la salud de sus hijos e incluso de sus nietos. Este trabajo abre nuevas vías de investigación para la prevención y el tratamiento de diversas enfermedades que se transmiten entre generaciones.
Estaremos al tanto sobre los nuevos estudios que se realicen al respecto, pues creemos que es un tema muy interesante. ¿Tú que opinas? Puedes dejarnos tus comentarios más abajo.