Autor original: Jacqueline Boyd, Universidad de Nottingham Trent. La capacidad de los animales para desplazarse a largas distancias ha sido un misterio durante mucho tiempo. A partir de la experiencia de las palomas mensajeras, de la migración de la ballena jorobada durante la época de partos, una enorme variedad de criaturas son capaces de navegar de una manera consistente, precisa y eficaz.
La ciencia ha tardado en identificar y comprender del todo los procesos y las señales implicadas en la migración de los animales. Sin embargo, la evidencia sugiere que una amplia gama de especies, desde los escarabajos a las aves o a los perros, tienen unas habilidades increíbles para viajar largas distancias, sin el uso de un GPS, algo que para el ser humano se ha convertido en una dependencia exagerada.
En abril, llegó la historia de ‘Pero’, un perro pastor aventurero de cuatro años de edad que logró encontrar su camino de Cockermouth en Cumbria, de vuelta hacia su casa anterior, cerca de Aberystwyth, en la costa del centro de Gales. Es una historia de la vida real que recuerda a la película ‘La cadena invisible’. ‘Pero’ recorrió cerca de 400 km en dos semanas y su microchip confirmó que no se había equivocado, el joven perro pastor realmente había vuelto a su primer hogar.
Los animales utilizan diferentes sistemas sensoriales para guiarse en largas distancias
Historias como la de Pero a menudo generan cierto interés para los medios y los lectores se quedan perplejos al descubrir que un animal puede viajar tan lejos. Sin especular sobre si el perro se dejó caer por los alrededores de la gran en la que se crió por si alguien lo reconocía, este tipo de cuentos demuestran el carácter extraordinario de los instintos animales. La relación profunda entre las personas y sus perros también parece conducir hacia el deseo de creer que hay algo mágico en esta capacidad. Por lo tanto, esta habilidad de navegar se debe a los ‘lazos personales’ entre un perro y su propietario o existe una comprensión científica de la biología involucrada?
Una enorme variedad de animales utilizan una serie de diferentes sistemas sensoriales con el fin de recorrer grandes distancias. Las hormigas del desierto, por ejemplo, utilizan señales olfativas ambientales y penachos de olor, que son como unas nubes de aroma disperso por las que se mueven las moléculas con olor del viento, para navegar hacia sus fuentes de alimentos y de vuelta a sus nidos. Las abejas parecen capaces de recordar las rutas a los sitios donde se alimentan cuando se exponen al olor de ese lugar. Otras especies como las tortugas marinas, algunos anfibios, las langostas y las aves son capaces de utilizar la información de la posición magnética para migrar u orientarse hacia lugares específicos. Esta última capacidad para explotar la información geomagnética es significativa, ya que es poco probable que se vea afectada por las condiciones meteorológicas, los ciclos de luz y oscuridad, la estacionalidad o la posición global de la misma manera que otras señales sí pueden verse afectadas.
Esto es lo que le ocurre al cerebro de tu perro cuando te ve
Además de una ‘brújula magnética’, las aves también parecen utilizar como ‘brújulas’ al sol y a las estrellas. Los gusanos nematodos parásitos son capaces de moverse hacia sus nuevos anfitriones, respondiendo a las vibraciones sísmicas y otras especies utilizan las vibraciones para la captura de presas. Los murciélagos, las aves y los mamíferos marinos también pueden identificar su ubicación con la ayuda de un sónar y de infrasonidos, mientras que los puntos de referencia visuales parecen ser críticos para especies como nosotros.
Pero, ¿cómo encontró Pero el camino hacia su casa? Es probable que muchos animales, incluyendo los perros, naveguen usando la integración de muchos de los sistemas internos y externos de señales mencionados anteriormente. Los perros también tienen un gran impulso por las recompensas, por lo que las asociaciones con lugares o personas en partícular pueden provocarles ese deseo de regresar. La intensa capacidad olfativa de los perros también es muy probable que influya en identificar una ubicación, mis propios perros parecen ‘oler’ la playa kilómetros antes de llegar.
Los perros que recorren largas distancias para llegar a sus hogares son la excepción y no la regla
Curiosamente, la evidencia reciente de que los perros y algunos primates poseen una molécula asociada con la magnetorecepcion, la capacidad de detectar un campo magnético, podría explicar con más detalle el regreso de Pero. Criptocromo 1 es una molécula sensible a la luz que regula los ritmos circadianos en especies tan diversas como las plantas y los peces. Esta molécula está presente en las células del cono retiniano de otras muchas especies, incluyendo los perros, los zorros, los lobos, los osos y los tejones. También se han identificado algunas especies de primates, incluyendo el Orangután de Borneo.
Aun se desconoce la razón de la presencia de esta molécula y los investigadores han reconocido que no podría relacionarse con la magnetorecepción. Sin embargo, la identificación del criptocromo 1 en los fotorreceptores de los ojos de estos mamíferos es idéntica a la ubicación de esta misma molécula en las aves. Lo que podría sugerir que la capacidad de responder a la información de la posición magnética se mantiene en las aves y algunos mamíferos. De hecho, la magnetorecepción se ha documentado en diferentes especies de mamíferos, lo que conduce a la sugerencia de que los perros podrían incluso defecar en respuesta al campo magnético de la Tierra.
Es interesante observar que los investigadores aún no han logrado identificar esta molécula en especies como los murciélagos, un animal ya conocido por ser capaz de navegar usando campos magnéticos. Tal vez algunas especies han desarrollado diferentes maneras de utilizar campos magnéticos para identificar la ubicación, o, alternativamente, una serie de procesos biológicos que interactúan podrían estar involucrados.
Es importante recordar, sin embargo, que Pero y otros animales reportados por haber viajado distancias asombrosas tienden a ser la excepción y no la regla. Por cada increíble historia de un perro o un gato que viaja grandes distancias para volver a ‘casa’, hay muchos más que están simplemente, perdidos. Para esos animales, ni un profundo vínculo con su cuidador humano es suficiente para conducir o facilitar un retorno a largas distancias.
Así que mientras que sí parece haber algo de biología fundamental que apoya que incluso nuestras especies domesticas pueden desplazarse a largas distancias, dar con la ciencia exacta que permitió el hecho excepcional de Pero sigue siendo complicado.
El artículo ‘¿Cómo encuentran los perros el camino a casa sin GPS?‘ ha sido traducido por Ciencia Today, la autora original es Jacqueline Boyd, profesora de Ciencias Animales, Universidad de Nottingham Trent. Este artículo ha sido publicado originalmente en “The Conversation“. Aquí puedes leer el artículo original en inglés.