Podría parecer que cuando un lobo o un perro aúlla, todos suenan igual, pero investigadores de la Universidad de Cambridge han desarrollado unos algoritmos informáticos que les han permito analizar el aullido de las diferentes especies y subespecies de cánidos, lo cual incluye a perros, lobos y chacales. De esta forma, se pueden utilizar para identificar qué animal está emitiendo las vocalizaciones.
Lo que pretenden los investigadores es identificar una «huella vocal» para cada especie. El estudio ha sido publicado en la revista científica «Behavioural Processes» y en él se detallan un total de 2.000 aullidos caninos de 13 especies diferentes. Estos datos se cotejaron con los algoritmos matemáticos para determinar y comparar los patrones de modulación de los aullidos, así como su tono y su fluctuación. A partir de aquí, determinaron que existían 21 tipos de aullidos diferentes entre los cánidos estudiados.
Descubrieron una frecuencia única para cada especie
Ellos descubrieron una frecuencia idéntica para cada especie, e incluso algunas subespecies. Sin embargo, también vieron que existen vocalizaciones muy similares entre ellas, por ejemplo, el lobo rojo emite unos sonidos muy parecidos a los del coyote, especie con la que comparten el mismo hábitat. Esto podría ayudar a explicar por qué los esfuerzos de conservación del lobo rojo están fallando, ya que si los propios animales confunden a los coyotes con miembros de su propia especie. También podría ser una buena forma de mantener a las especies separadas si se consiguiera identificar con este sistema las diferencias más sutiles entre una especie y otra.
La esperanza es que al poder identificar un animal por sus vocalizaciones, permitiría a los científicos rastrear y administrar de mejor forma las diferentes poblaciones de lobos salvajes. El Dr. Arik Kershenbaum explica: «Actualmente estamos trabajando en una investigación en el Parque Nacional de Yellowstone en los EE. UU., estamos usando varios dispositivos de grabación y una tecnología para triangular y captar la ubicación de los sonidos. De esta manera, podríamos ser capaces de determinar si ciertas llamadas se refieren a comunicaciones a distancia o si son señales de alarma«.
Si los científicos fueran capaces de determinar el significado que se esconde detrás de ciertas vocalizaciones, podrían ayudar a limitar conflictos con los depredadores, y quién sabe, también con el ser humano.