Aprovechando que el domingo es el Día de la Madre, os traemos una noticia que hará que todavía la queráis un poco más (si cabe). Siempre se ha debatido sobre si es la naturaleza propia lo que más influye en el desarrollo del cerebro de los niños o si por el contrario es la crianza. Aunque es difícil de estudiar, los dos son muy importantes y de hecho, se complementan entre sí.
Un nuevo estudio, publicado en la revista científica «Proceedings of the National Academy of Sciences«, ha seguido el desarrollo neurológico de 127 niños durante sus primeros años de vida, esto les ha permitido sacar conclusiones muy importantes, ya que nunca antes se había podido acceder a información tan privilegiada durante tantos años.
Lo que los investigadores han encontrado es que el afecto materno durante la infancia provoca que el hipocampo, la región del cerebro asociada principalmente con la formación de la memoria, doble su tamaño. El hipocampo se encarga de la memoria a corto plazo, del control de la presión y de la capacidad para navegar en espacios tridimensionales.
La investigación pretende estudiar la influencia del afecto materno en el desarrollo del cerebro de los niños
Básicamente, cuanto más desarrollado está el hipocampo, más inteligente suele ser una persona. Aunque anteriormente se ha sugerido que existen diferencias de tamaño entre hombres y mujeres, se ha confirmado que no es cierto, pero sí que existen diferencias de tamaño entre las personas, y precisamente eso es lo que querían estudiar los autores del estudio, la influencia de la crianza en el desarrollo del cerebro durante la infancia.

Fuente: Pixabay
Joan Luby, psiquiatra infantil del Hospital de niños de la Universidad de Washington, y autor principal del estudio, dijo en un comunicado: «El estudio sugiere que hay un período sensible en el desarrollo del cerebro en el que este responde más al afecto materno» .
Crecer Lejos de los Padres Afecta al Desarrollo Cerebral de los Niños y Niñas
Para valorar el nivel de afecto maternal durante los primeros años de vida de los niños participantes se establecieron diferentes rutinas tales como: hacer puzzles juntos, y actividades de paciencia o esfuerzo en la que los niños tenían que esperar para recibir ciertos regalos y la tarea de la madre era entretenerlos y divertirlos mientras duraba la espera.
Hubo familias que no cumplieron los objetivos propuestos y hubo otras que los cumplieron con creces, por lo tanto, se valoró de esta forma el nivel de afecto maternal. Al finalizar el estudio, los investigadores vieron como los niños de aquellas familias que mostraron un elevado nivel de afecto materno tenían hipocampos el doble de grandes que aquellos niños que recibieron niveles de afecto por debajo de la media.
Los autores señalan que el mismo efecto podría conseguirse con el afecto paterno
«La relación padre-hijo durante el período preescolar es vital«, concluyó Luby. «Creemos que eso es debido a la mayor plasticidad del cerebro cuando los niños son más jóvenes, lo que significa que el cerebro se ve más afectado por experiencias muy tempranas en la vida«.
Aunque el estudio se ha centrado en la relación entre madres e hijos, no existen evidencias que sugieran que un padre atento no produciría los mismos resultados.
