Autor original: Marc J. Buehner, Universidad de Cardiff. Algunos de nosotros somos más delicados que otros, pero casi todo el mundo es incapaz de hacerse cosquillas. La respuesta a por qué no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos está ligada a la forma en la que vemos y percibimos el movimiento.
Para llegar al fondo de por qué no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos, vamos a examinar primero otro fenómeno. Cierra un ojo, y luego cuidadosamente presiona contra el lado del otro ojo que tienes abierto, moviendo el globo ocular ligeramente de lado a lado. ¿Qué ves? Debería parecer que el mundo se mueve, aunque sabemos que no es así.
Ahora quita las manos, abre los ojos y explora tu entorno. Tus ojos se mueven de forma similar a cuando los movías tu pero el mundo permanece estable. Es evidente que la información visual obtenida por el ojo es la misma en ambos casos, con imágenes que flotan a través de la retina cuando el ojo se mueve alrededor, pero tu percepción de cómo las cosas se mueven sólo ha sido falsa cuando tú has movido el ojo.
Janet Hudson/Flickr
Esto se debe a que al mover los ojos de forma natural, el cerebro envía órdenes motoras hacia los músculos de los ojos y, al mismo tiempo, algo que recibe el nombre de «copia de eferencia» de los comandos se envía al sistema visual para que pueda predecir las consecuencias sensoriales del movimiento. Esto permite que el sistema visual compense los cambios en la retina debidos al movimiento del globo ocular y que tu cerebro sepa que los cambios en la imagen son, de hecho, debidos al propio movimiento del ojo.
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Así que somos capaces de explorar una habitación y fijarnos en cada detalle, sin sentir que todo se mueve a nuestro alrededor. Sin embargo, cuando somos nosotros mismos los que moves nuestro ojo con la mano, ninguna predicción se llevó a cabo, por lo tanto, tampoco se realizó una compensación, lo que resultó en la percepción de un movimiento extraño.
Experimentos de cosquillas
Cuando intentas hacerte cosquillas a ti mismo, tu sistema motor también crea una copia de eferencia, lo que le permite predecir las consecuencias sensoriales del movimiento. Debido a que las sensaciones, digamos, en la axila, se prevén, la experiencia resultante es menos intensa que cuando otra persona te hace cosquillas.
Hay formas, sin embargo, de hacerse cosquillas a uno mismo. Pero requieren algunas ayudas técnicas. La investigación dirigida por Sarah-Jayne Blakemore, ahora profesora de neurociencia cognitiva en el University College de Londres, utiliza un robot donde la gente puede mover un brazo mecánico de ida y vuelta con una mano; este movimiento se transfiere a un segundo brazo robot que tiene un trozo de espuma blanda unido a su extremo, y que realiza una acción como de frotar ligeramente la palma de la otra mano.
Rachel Wilder/Flickr
Cuando la gente se hizo cosquillas a sí mismos de esta manera, no calificaron la sensación como ‘muy delicada’. Sin embargo, cuando el robot transfirió los movimientos de las cosquillas con un ligero retraso, unos 100-300 milisegundos más tarde, sí sintieron cosquillas. Este pequeño retraso de tiempo fue suficiente para echar por tierra el poder del cerebro para predecir las consecuencias de una acción, lo que resultó en una sensación muy parecida a que otra persona les hiciera cosquillas.
Una cuestión de control
Hay un grupo de personas que pueden hacerse cosquillas a sí mismos, sin un retardo de tiempo, las personas con esquizofrenia que sufren delirios de control. Estas personas sienten que sus acciones (o, a veces sus pensamientos) no son los suyos, o que se crean para ellos por alguna fuerza ajena. De acuerdo con los conocimientos actuales de la psiquiatría y la psicología, estas experiencias son el resultado de un fallo en el mecanismo que compara la copia de eferencia antes mencionada a las consecuencias sensoriales de la acción.
Así que si un paciente que sufre de delirios de control pasa su brazo por encima de su cabeza, la experiencia subjetiva que tienen podría ser similar a que alguien hubiera cogido su brazo y lo hubiera movido allí por ellos. Cuando Blakemore y sus colegas pidieron a un grupo de pacientes que se hicieran cosquillas a sí mismos con un dispositivo similar al robot que se ha descrito anteriormente, para las personas con síntomas de este tipo de esquizofrenia la sensación era tan delicada como cuando no había ningún retardo de tiempo, o como cuando el investigador les hizo cosquillas.
Aunque fuera divertido o agradable poder hacerse cosquillas a uno mismo, la razón por la que no podemos es porque nuestros cerebros se han adaptado para optimizar la forma en que interactúan y comprenden el mundo que nos rodea. Ser capaz de distinguir si una experiencia particular es el resultado de nuestra propia acción o de alguna fuerza externa es extremadamente importante.
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Si todo lo sintiéramos como extraño, puede que no fuéramos capaces de aprender de nuestros errores, porque ni siquiera nos daríamos cuenta de que habíamos cometido un error en primer lugar. Y si sintiéramos que lo controlamos todo, seríamos una presa fácil para nuestros depredarores. Darse cuenta de que el sonido de una ramita que se rompe detrás de ti en el bosque no proviene de tus propios pasos, si no de un oso, no tiene precio.
El artículo ‘¿Por qué no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos?‘ ha sido traducido por Ciencia Today, el autor original es Marc J. Buehner, Universidad de Cardiff. Este artículo ha sido publicado originalmente en “The Conversation“. Puedes leer el artículo original en inglés, aquí.
